Antonio Abascal
El Campeonato
Mundial de atletismo finalizó, por lo que es tiempo de análisis. México se fue
en blanco ya que tampoco la caminata ayudó a maquillar una actuación desastrosa
para la delegación azteca. En contraparte, en Daeugu 2011, Gran Bretaña logró 7
medallas, entre ellas dos de oro, y
España una de bronce.
Ambos países hoy
son muy críticos con sus atletas y entrenadores. Para España es el peor Mundial
desde Tokio 1991 (antes del boom del deporte ibérico) cuando apenas consiguió
una presea de bronce, aunque calificó a 6 finalistas. Natalia Rodríguez en los
1500 metros planos fue la única que estuvo a la altura de las expectativas de
una delegación que también soñaba con conseguir algo en los 1500 metros
varoniles, en los 5000 metros, en el salto de altura y lanzamiento de disco.
Estos pobres números han generado un debate sobre la conveniencia de que el
Presidente de la Federación Española de Atletismo, José María Odriozola siga en
el cargo.
El caso
británico es más llamativo. Con siete medallas logró su mejor participación
desde Helsinki 1983, y sin embargo, la BBC considera que se falló porque
Jessica Ennis, en el heptatlón, y Phillips Idowu, en salto triple, fueron
destronados, porque no se logró clasificar a más finalistas en las pruebas de
pista y porque la actuación de las mujeres en pista fue muy mala, a excepción
de la medallista de plata en los 1500 metros, Hannah England.
La capacidad de autocrítica también es muy
importante para crecer en el deporte y eso en México también está atrofiado.
México no ganó ninguna presea, no tuvo finalistas, la actuación en la caminata estuvo lejos de
estar a la altura de la historia de esa disciplina (hace dos años, en Berlín,
Eder Sánchez sí logró una presea), y otros países latinoamericanos como Brasil,
Colombia y Puerto Rico sí accedieron al medallero, mientras que Argentina tuvo
finalistas.
Aquí, el
Presidente de la Federación Mexicana de Atletismo, Antonio Lozano navega con
bandera de “buena gente”, echa la culpa al desorden que le dejaron anteriores
gestiones, pero tampoco cierra la puerta a los males que aquejan a este
deporte. De cara a los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, algunos
atletas con las mejores marcas de la temporada se quedaron fuera, otros están
ahí por puro nombre, no hay unión entre los entrenadores, los presidentes de
las asociaciones de los estados tienen atadas las manos y, mientras, el señor
Lozano aparece en todos los eventos de relumbrón.
El atletismo
mexicano vive una severa crisis en la que no sólo las gestiones anteriores de
la Federación son culpables, la actual administración de Antonio Lozano tampoco
ha podido sacar del hoyo a los atletas mexicanos, e incluso ha caído en
prácticas que podrían afectar la actuación mexicana en Guadalajara 2011.
Desgraciadamente,
la autocrítica y el interés de los medios mexicanos, por el momento son letra
muerta.
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