DE CLÁSICOS A CLÁSICOS.
Por: David Alberto Badillo.
El pasado fin de
semana se llevaron a cabo partidos importantes para el futbol americano y para
el futbol soccer en México. Partidos que son capaces de paralizar a una ciudad
y de levantar pasión por doquier. Pasión, por cierto, es la palabra clave del
juego y de la vida misma.
Los denominados
“clásicos” representan una fecha muy significativa para la cultura del fanático
al deporte. Son las celebraciones casi religiosas que ocupan el sitio de una
tradición intransferible e incomparable. Sin embargo, la
actualidad utilitarista, en ocasiones se traslada al deporte y lo envuelve en
la mediocridad, en lo común, e impide que se viva a plenitud el espectáculo
maravilloso de un juego y de una confrontación.
El Chivas vs Pumas http://www.youtube.com/watch?v=VV7laVkr8m0 y
el Cruz Azul vs América http://www.youtube.com/watch?v=edLvj1DpegU, no fueron tan malos juegos, pero quedaron a deber, como
es ya prácticamente habitual en los partidos de gran interés. Se dice en los
toros, “tarde de expectación, corrida de decepción”, o en este caso, “tarde de
expectación, partidos de decepción”.
El miedo prevaleció
en los dos juegos, ahora parece que se trata de no perder. Y al intentarlo de
esa forma se evade la misión número uno de los clásicos, es decir: ¡HACER
PERDER AL OTRO!
Porque para ver el
triunfo de tu equipo no se requiere de encarar a un rival enconado en un
clásico. En cambio para experimentar el placer inconmensurable de ver perder a
un rival odiado frente al equipo predilecto, sí se requiere de la combinación
de un clásico.
Pero a los técnicos
de futbol les importa muy poco la tradición, ellos se envuelven en la
mamarrachada de decirse profesionales. Se blindan de la responsabilidad moral
que tienen con un pueblo ávido de no tomarse las cosas tan en serio.
Porque es absolutamente
odioso escuchar las declaraciones de los “profesionales” cuando arguyen “presión”.
Resulta que los pobrecitos dueños de un AUDI o un BMW están presionadísimos.
Después el escalpelo
orgulloso y preciso de los eruditos del futbol nos hace caer en cuenta que el
partido no fue tan malo, y nos impele a engullir de nueva cuenta al siguiente
fin de semana, el mismo bodrio.
Pero eso ocurre con
los seguidores, enamorados impenitentes que cada fin de semana volvemos a
nuestra entrañable Liga MX, con la ilusión y la ternura que despierta el
balompié, que hoy más que nunca apela a la ética y el amor fraterno.
Pero no todo el
público es cautivo, y los espectadores
esporádicos u ocasionales voltean a otros deportes que brindan más emoción, más
pasión, más colorido y sobre todo más vida.
Quizá no cuenten con
el apoyo desmedido de la televisión, pero el aficionado al deporte tiene hoy
alternativas importantes y variadas, por ejemplo el futbol americano.
Y que no se piense
sólo en la NFL, para que no se nos tilde de malinchistas. También en nuestro
modestísimo y segregadísimo, americano colegial de México, podemos encontrarnos
con la pasión, pasión familiar y mexicana, a flor de piel. Sin necesidad de
barristas que corean imbecilidades que ni ellos entienden.
Tristemente el
problema del otro clásico del fin de semana, es decir, el Politécnico vs
Universidad, del futbol americano de la ONEFA (Organización Nacional
Estudiantil de Futbol Americano) es otro http://www.youtube.com/watch?v=otflSncKMXk. No se trata de la falta de
espectáculo o de pasión, se trata de la indiferencia de los que tendrían que
abogar por el juego.
Meterlo a las 10 de
la mañana para que nadie acuda, vender cuarenta mil, de casi setenta mil
potenciales boletos, y difundir únicamente los actos vandálicos,
anteponiéndolos al juego, es parte de la estrategia para acabar con la
tradición del clásico. El más viejo del deporte en México.
La verdad el futbol
americano tampoco ha hecho mucho por sobrevivir, ha cavado su propia tumba y se
vanagloria de ello. Los “rotos” en una liga y los “abusivos” en la otra ¿Qué es
eso?
En lugar de caminar y
trabajar todos en pos de rescatar a la familia del futbol americano, cada bando
marcó su territorio y se muestra en la intransigencia absoluta.
Necesitamos espacios
de desahogo y entretenimiento, de esparcimiento. Ojalá el deporte brinde esas
opciones, porque si miramos hacia otros campos, entonces el esplín nos acabará.
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