ANTONIO
ABASCAL.
En México somos
especialistas en encontrar “villanos favoritos” para el acontecer social,
político, económico y el deporte no escapa a esa costumbre nacional. En 2010,
los villanos fueron Javier Aguirre, Adolfo Bautista y Guillermo Franco, en 2008
fue Hugo Sánchez, en 2009 Sven Goran Eriksson y ahora es José Manuel de la
Torre.
También somos
especialistas en dotar de características mesiánicas a los que no
están. El lugar privilegiado en el futbol mexicano es ser candidato a dirigir la
selección. “El sí haría los cambios”, “su equipo juega bien al futbol”, “ha
triunfado en España”, esta misma situación la viven los jugadores
naturalizados, porque hay que aceptar que la mayoría deseaba ver a Guillermo
Franco en la escuadra nacional.
Que quede claro que un
servidor no defiende al “Chepo”, pero es un hecho que el pésimo 2013 que han
vivido las selecciones no sólo obedece a los errores del técnico. Lo que
estamos viviendo no es una crisis del “Tri”, es una crisis del futbol mexicano
en su totalidad. Entonces, bajo esta tesitura, De la Torre ya no es el único “culpable”
de la triste realidad futbolística.
Una frase hecha reza “aquellos
que no conocen su historia están condenados a repetirla”. El “Chepo” se puede
ir en las próximas horas, pero el que llegue llamará a la misma base, tal vez
se atreverá a convocar a naturalizados como Christian Giménez, Lucas Lobos
(ambos, hace algunos meses, en sus primeras declaraciones sobre la posibilidad
de vestir la verde, mostraron sus reservas); el talento de los argentinos y la “magia”
del técnico ayudarán a que la selección juegue mejor y consiga el ansiado
boleto al Mundial. Iremos al sorteo de Diciembre ilusionados y sacaremos las
tradicionales quinielas con los posibles resultados del cuadro nacional en
Brasil 2014.
Al final, ese estupendo
técnico (Luis Fernando Tena, Víctor Manuel Vucetich, Miguel Herrera) empezará a
cometer errores; los naturalizados no demostrarán amor por la playera y nos
estrellaremos con el mismo muro de siempre. Entonces, el “villano favorito” ya
no será “Chepo”, será el técnico de turno, sus naturalizados y el jugador que
más haya fallado en Brasil.
México es el único
equipo junto con Brasil y Alemania que siempre ha calificado a Octavos de Final
en los últimos cinco mundiales (desde Estados Unidos 94 hasta Sudáfrica 2010),
otras potencias como España, Argentina, Italia e Inglaterra, por lo menos han
fallado una vez a esa cita. España fue eliminada en la fase de grupos de
Francia 98, Argentina en la de 2002, Italia en la de Sudáfrica 2010 e
Inglaterra no asistió a Estados Unidos 94. El problema es que en esos 5
mundiales, Brasil y Alemania siempre han progresado de Octavos y México se ha
quedado ahí.
Ese estancamiento (con
directores técnicos distintos, salvo Javier Aguirre en dos oportunidades) se
debe a que la estructura del futbol mexicano está podrida. Técnicos nacionales
van o vienen y Justino Compeán y Decio de María siguen instalados en sus sillones
de la Federación Mexicana de Futbol y de la Liga MX.
Justino y Decio ya
estaban cuando Hugo Sánchez falló en el preolímpico rumbo a Beijing 2008,
cuando Sven Goran Eriksson estuvo a punto de no calificar al hexagonal final de
la CONCACAF, cuando Javier Aguirre naufragó en Sudáfrica a pesar de tener una gran
oportunidad de romper con la maldición de los Octavos. Justino y Decio viven de
sus éxitos en los apartados de mercadotecnia y de ingresos. Es cierto que también
han visto el triunfo de la sub 17 en México 2011 y la medalla de oro olímpica
pero la gran paradoja es que en esos procesos no metieron la mano.
El problema del “Tri”
va más allá del “Chepo” de la Torre, es un problema de estructura. ¿Cómo
podemos aspirar al quinto partido si nuestra liga (la que dota de material al
técnico nacional) tiene exceso de extranjeros, si cada año se buscan los
mecanismos para permitir más naturalizados en los equipos, si se tapa la
progresión de jóvenes con elementos extranjeros de poca calidad o veteranos
ilustres?
¿Cómo podemos exigirle resultados al técnico nacional, si la mayoría de extremos y laterales fallan en sus centros? ¿Cómo podemos aspirar
a un resultado histórico si en cada partido de la jornada vemos errores de
marcación en táctica fija?
¿Cómo podemos soñar con
una selección ganadora, si nuestra liga es un relajo donde el mejor postor
tiene franquicia de Primera División y las que tuvieron méritos deportivos ya
ni siquiera existen (La Piedad, Toros Neza)? ¿Cómo podemos aspirar a ganarle a
las potencias, si aquí los castigos son selectivos y los vetos se levantan si
eres capaz de caerle bien a los dueños del balón?
Pero lo más importante
es que no podremos soñar con ese resultado histórico, mientras los promotores
sigan presionando al técnico nacional para poner a ciertos jugadores. No
podremos dar el paso, mientras las televisoras también impongan sus intereses
en el “equipo de todos”. Toda esta podredumbre se resume a la ambición
desmedida y a la miopía de los directivos que cuidan los centavos, para dejar
ir los millones si fueran capaces de cuidar al deporte que los ha hecho ricos.
¿Para qué empezar el torneo en Julio cuando los equipos no están completos por
la Copa Oro? ¿Para qué hacer un torneo de Copa por grupos que a nadie le interesa?
Esta última respuesta es parte de los negocios con las televisoras (en este
caso, las de cable).
Dicen que el deporte
nacional es el futbol, pero yo lo dudo, el verdadero deporte nacional es
apedrear al “villano favorito”, entonces a partir de hoy acudamos a la ceremonia ritual del
sacrificio del técnico nacional en turno, para elevar a los altares al elegido,
mientras los verdaderos culpables de la crisis del futbol mexicano siguen
sentados contando los centavitos que han juntado con sus innovadoras ideas de
mercadotecnia.
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