Por:
David Alberto Badillo.
Aunque el origen exacto de
su arribo a México sigue siendo un misterio, se sabe que el beisbol llegó a
tierras mexicanas a finales del siglo XIX, al parecer por el Pacífico.
Según el cronista Humberto
Aguilar, fue en Mazatlán donde se vio jugar beisbol por primera vez en nuestro
país. Durante la invasión estadounidense de 1847, Infantes de Marina destacados
en la Costa del Pacífico practicaron la
pelota ante la mirada curiosa de la población invadida.
30 años después, en 1877, al
puerto de Guaymas, Sonora llega una fragata estadounidense llamada Montana,
ésta debió guardar cuarentena a causa de una epidemia de tifoidea. Fue entonces
que los marineros pidieron permiso al municipio de hacer un juego, aprovechando
una explanada muy grande, donde hoy se encuentra el penal de Guaymas.
Dicha ocasión es quizá la
primera aparición en forma de algo cercano al beisbol, con la presencia además
de espectadores. Sin embargo, la expedición terminó y el primer intento
beisbolero en México no prosperó.
Meses antes de que se jugara
beisbol en Guaymas en 1877, el General Porfirio Díaz asumió la presidencia de
México. En aquel entonces las costumbres y los gustos de la sociedad estaban
alejados de los entretenimientos de los vecinos del Norte.
En México una de las
aficiones más enraizadas eran las corridas de toros; el teatro, la ópera y el
circo, complementaban el universo lúdico en las principales capitales del país.
Durante el gobierno de Díaz,
se construyó un red ferroviaria de aproximadamente 19 mil kilómetros, por lo
que fuertes inversiones extranjeras, particularmente estadounidenses comenzaron
a llegar a México. La participación de dichos capitales, propició un flujo
migratorio tal, que en poco tiempo modificaría algunos hábitos nacionales.
La aparición de nuevos
actores económicos como la burocracia o la naciente clase obrera, originaron el
surgimiento del tiempo libre. La vieja máxima de mente sana en cuerpo sano se
propagó con facilidad entre la élite porfiriana y muy pronto se recibieron con
gusto diversas actividades deportivas foráneas. De todas ellas fue el beisbol,
pasatiempo estadounidense por excelencia, el que se difundió con más velocidad.
En estos años no sólo los
estadounidenses propiciaron la llegada del beisbol a México, por su cercanía
con Cuba, en Mérida la pelota sentó con sólidas bases.
Desde los años de la
independencia cubana, promulgada por Carlos Manuel de Céspedes en 1868, los
cubanos conocían el beisbol. El cual fue prohibido por el imperio español por
representar costumbres ajenas a la corona.
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La última década del siglo
XIX, infinidad de insurgentes cubanos que escapaban del yugo colonial, fincaron
sus vidas y costumbres en la península de Yucatán, lugar donde la pelota fue
introducida con verdadero fervor.
Ya para la primera decena
del siglo XX, el beisbol era un deporte conocido en casi todo el país.
Uno de los primeros
acontecimientos importantes en el ámbito del beisbol para México ocurrió en
1907 con la visita de los Medias Blancas de Chicago.
Equipo conocido como las
“maravillas sin bateo” porque tenían un extraordinario picheo y gran defensiva,
pero una aciaga producción ofensiva. De cualquier forma ganaron el campeonato
de la Liga Americana y posteriormente la Serie Mundial de 1906.
El equipo de la ciudad de
los vientos jugó un par de encuentros contra novenas de la capital. Su primer
rival fue el club Récord, novena compuesta por peloteros mexicanos y estadounidenses,
la figura rutilante del equipo defeño era Lucas “El Indio” Juárez.
Aunque perdió el juego,
Juárez lanzó las nueve entradas. La gran personalidad y su control provocaron
que Chicago se fijara en él para invitarlo al mundo de las Grandes Ligas.
Sin embargó Lucas Juárez no
fue, simplemente no quiso ir al mejor beisbol del mundo. Le entró el síndrome
del “jamaicón”. Se trató de cualquier forma del primer gran ídolo del beisbol
en México.
En aquellos años el beisbol
se jugaba en las arboledas de Chapultepec en la Ciudad de México y en la
hacienda de San Jacinto.
Gracias a la popularidad que
alcanzó el juego, algunos diarios de la época comenzaron a darle cobertura. Fue así como “El Imparcial” y “El Diario” le
destinaban un espacio a los principales acontecimientos beisboleros.
En la capital, la fiebre
beisbolera se elevó cuando fue inaugurado en 1917 el Parque Reforma, escenario
primigenio del beisbol en México. El estadio se encontraba situado junto a lo
que hoy es el monumento a la revolución.
Desde finales de la primera
década del siglo XX, ya había clubes mexicanos de pelota con cierto prestigio.
Como el Águila de Veracruz, novena que tomaba su nombre de la empresa petrolera
que lo patrocinaba.
Sin embargo, el beisbol en
México no estaba aún organizado, existían cientos de equipos por todo el país,
aglutinados en ligas de primera, segunda y hasta quinta fuerza.
A juzgar por los pocos box
score de la época, se jugaba una pelota llena de errores.
La pasión beisbolera en el
México de principios del siglo pasado, era tal, que atrapó inclusive a las
mujeres, que no sólo lo veían en los principales estadios, sino que también lo
practicaban.
Además algunas de las
principales comunidades de migrantes, como los españoles o los judíos, pronto
se embelesaron también con el deporte rey.
La inmensa mayoría de los
equipos eran propiedad de instancias gubernamentales, clubes deportivos, o
compañías internacionales, con propietarios regularmente estadounidenses.
Fue entonces que aparecieron
novenas como el Policía, Nacional, Chiclet´s
Adams, Chevrolet o el Sanborn´s. Todo el beisbol en el país se
practicaba los fines de semana, ya que el resto de los días, los jugadores
tenían que trabajar, regularmente en las empresas para las que jugaban
Muchos equipos cubanos de
aquel entonces, llegaron a México para enfrentar a algunas de las novenas más
importantes. Con el arribo de jugadores antillanos como Benito Marrero y los
hermanos Luis y Remigio Pitules, la efervescencia del juego se multiplicó.
En estos años fue común que
los equipos cambiaran de nombre de un día para otro y que los peloteros
cambiaran de clubes, como de ropa interior.
El beisbol en México
requería organizarse, estaba a punto de nacer el profesionalismo… Puebla jugaría un papel preponderante en todo
ello.
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