ANTONIO
ABASCAL.
Ha sido una semana
difícil para los deportistas rusos. El viernes pasado, la Asociación
Internacional de Federaciones de Atletismo (IAFF) que preside Sir Sebastian Coe
(británico) anunció pomposamente que Rusia quedaba fuera de las próximas
competencias internacionales como el Campeonato Europeo y los Juegos Olímpicos
de Río debido a la comprobación de un dopaje sistemático avalado por su Estado,
la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) dirigida por
otro británico, Sir Craig Reedie expresó su beneplácito por la sanción y el
propio Comité Olímpico Internacional, que dirige el alemán Thomas Bach mostró
su apoyo, sin olvidar a la Comisión de Atletas del propio COI.
Inmediatamente, la
atleta Yelena Isinbayeva mostró su molestia y adelantó que sólo irá a Río si
puede representar a Rusia con sus colores y su
bandera y recordó que en 20 años de trayectoria nunca ha dado positivo en
un examen antidoping, al tiempo que señalaba que estos serán sus últimos Juegos
tras regresar de un pequeño retiro a causa de la maternidad y también destacó
que el dopaje es un problema mundial no sólo de su país.
El pasado martes, el
Comité Olímpico Internacional celebró una reunión con las Federaciones
deportivas en la que sorprendió a la propia IAFF y a la WADA, ya que si bien
volvió a mostrar su apoyo público a la decisión ya comentada, abrió una vía
para la participación de un grupo de atletas rusos: Primero declaró que todos
los deportistas de ese país son sospechosos, por lo que deberán realizarse
exámenes antidoping en laboratorios avalados por la Agencia Mundial antidopaje
y serán las propias Federaciones en certificar los resultados; si el análisis
resulta negativo, esos atletas podrían asistir a Río bajo la bandera de su
país. Una medida que se hizo extensiva a los keniatas. La clave para entender
la decisión del COI es que el Comité Olímpico ruso no ha sido castigado.
La posición del COI no
gustó a los organismos presididos por británicos. La WADA expresó su apoyo
incondicional a la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, al
tiempo que medios del Reino Unido, Estados Unidos y hasta Alemania criticaron
al COI. Por ejemplo, Christine Brennan en USA Today tituló su artículo “¿Por
qué el COI está siendo tan suave con Rusia?” y recordó la fuerte inversión que
realizó el gobierno ruso que encabeza Vladimir Putin para los Juegos Olímpicos
de Invierno, Sochi 2014.
Alemania no se quedó
atrás en la presión ya que desde antes de la decisión de la IAFF, la Federación
de Atletismo de ese país había pedido la exclusión de los atletas rusos de Río
2016. Y una vez que el COI dio a conocer su decisión, Isinbayeva se mostró
esperanzada de poder asistir, pero la IAFF contraatacó al dar a conocer los
pasos que deberían seguir los atletas rusos para asistir a Río, donde
ciertamente se hablaba de exámenes antidoping en el extranjero, pero los que
más posibilidades tienen de conseguir un boleto son los que entrenan fuera de
Rusia, al tiempo que insistió que aunque vayan a la justa olímpica no podrán
representar a su país y tendrían que hacerlo bajo el cobijo de una bandera
neutral como la olímpica.
Algo huele mal en esta
postura y significa un regreso a la Guerra Fría. De hecho, algunos analistas
internacionales ya hablan de la “Guerra Fría 2.0”; tras la segunda guerra
mundial el mundo quedó fragmentado en países capitalistas, comunistas y los del
tercer mundo que también eran llamados los no alineados. Todo era un espacio
abierto para la confrontación sin llegar a las armas: La cultura, el cine
("Rocky IV", "Sol de medianoche"), la carrera espacial (el primer hombre en el
espacio fue Yuri Gagarin, pero fue el estadounidense, Neil Armstrong el primero
en pisar la luna) y el deporte: Los Juegos Olímpicos fueron escenario de la lucha
por el primer lugar del medallero entre Estados Unidos, la Unión Soviética y la
Alemania Democrática, sin importar las formas para conseguir las preseas.
El mundo del deporte se
politizó a tal grado que el movimiento olímpico corrió severos riesgos cuando
sufrió boicots consecutivos en Montreal 76 por los países africanos a causa del
apartheid en Sudáfrica, de Estados Unidos y sus socios comerciales (como Gran
Bretaña) en Moscú 80 por la invasión soviética a Afganistán https://www.youtube.com/watch?v=CxZCcEXYzpQ y de la Unión
Soviética y el bloque comunista en Los Ángeles 84 como respuesta al boicot de
Moscú https://www.youtube.com/watch?v=tLLjWidoSTk. Sin embargo, en esa fase los organismos internacionales no tomaron
partido y, de hecho, el Comité Olímpico Internacional se convirtió en un
interlocutor válido.
Ahora, la IAFF y la
WADA se han mostrado intransigentes a tal grado que ambos organismos apoyan a
la atleta rusa, Yuliya Stepanova (Rusanova por su apellido de soltera) para
competir en Río bajo la bandera olímpica. Stepanova y su esposo, el doctor Vitaly
Stepanov, fueron quienes declararon sobre la manera en que se escondieron e
intercambiaron pruebas antidoping en laboratorios rusos.
La especialista en 800
metros recibió una sanción de dos años por parte de la WADA por anormalidades
en su pasaporte biológico, por lo que decidió usar el Código Mundial Antidopaje que permite reducir
sanciones a los atletas que ayudan a investigar temas de dopaje. Esos
organismos internacionales apoyan la participación de Stepanova en Río porque
será un ejemplo para otros atletas y así se animarán a denunciar otro tipo de
esquemas dopantes. Es decir, las “puras” IAFF y la WADA están dispuestas a
apoyar a una atleta que ha sido suspendida por posible doping y se niegan a
abrir la puerta al 100% a atletas rusos que demuestren su limpieza.
Es ahí donde la
posición de IAFF y WADA ya pierde sustento. Aunque Sebastian Coe se ha empeñado
en señalar que la suspensión a Rusia no es debido a la política, sus medidas
demuestran lo contrario. Claro que la trampa debe ser castigada con sanciones
ejemplares como los de la Federación Internacional de Halterofilia que ha
suspendido provisionalmente a competidores de Kazajstán, Rusía y Bielorrusia
por su amplio número de positivos en Beijing 2008 y Londres 2012, pero los
organismos deben ser equitativos y justos: El problema del dopaje es mundial y
afecta a todos, no sólo a un país.
Atletas
británicos, estadounidenses y alemanes han estado implicados en dopaje, pero
sus medios de comunicación han realizado un extenso esfuerzo para limpiar su
cara. Estados Unidos vivió un escándalo por el caso BALCO que arrastró a Marion
Jones quien ganó 5 medallas, tres de oro y dos de bronce en Sydney 2000, y se
vio obligada a regresarlas en 2007 https://www.youtube.com/watch?v=DkQpTdVK1cc. El caso BALCO no es el único, Lance Armstrong, el máximo ganador del Tour de France terminó reconociendo su dopaje lo que equivalió a perder sus títulos en la máxima competencia del ciclismo de ruta.
El presidente del
Comité Olímpico ruso, Aleksander Zhukov alertó sobre las incongruencias de la
IAFF con ejemplos, recordó que Isinbayeva y Sergey Shubenkov nunca han dado
positivo, pero sí estarán en Río Tyson Gay quien dio positivo por anabólicos en
2013 y el descalificado dos veces por dopaje Justin Gatlin. Zhukov hizo esta
aseveración ante la Presidenta de la Comisión de Atletas del COI, la alemana
Claudia Bokel quien también apoya la postura de IAFF y WADA.
Estos ejemplos
demuestran que nadie está libre para tirar la primera piedra, por lo que cabe
recordar que Sebastian Coe fue víctima de la política inmiscuida en deporte.
Las medallas (oro en 1500 metros https://www.youtube.com/watch?v=FFVt7_HdgLM y plata en 800 https://www.youtube.com/watch?v=ry3508YPyew) que ganó en Moscú 80 no
contaron para Gran Bretaña porque había boicoteado los Juegos Olímpicos, por lo
que él y Steve Ovett (oro en 800 metros,
bronce en 1500) compitieron bajo la bandera olímpica. Pero ahora como
Presidente de la IAFF, una Federación llena de corrupción tras la gestión de
Lamine Diack, ha buscado limpiar al organismo con esta cruzada contra Rusia.
Los organismos
internacionales requieren de credibilidad, por lo que hasta ahora la postura
del COI es más cercana a encontrar una solución. Las generalizaciones no son
buenas y es cierto que hay muchos rusos implicados en dopaje, pero también hay
otros que merecen la oportunidad de mostrar su limpieza, como los keniatas y de
manera global, los de todos los países. Si esos atletas rusos no van a Río
sería sentar un precedente muy grave que se sumaría a las corrientes de intolerancia
que se están instalando en Europa y Estados Unidos. Ojalá el COI tenga la
fortaleza para imponerse ante los poderosos países que han demostrado ser
expertos en el arte de rasgarse las vestiduras o atendiendo a citas bíblicas a “ver
la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio”.
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