ANTONIO
ABASCAL.
Reza el célebre poema
del español Antonio Machado:
“Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay
camino,
se hace camino al andar”.
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Eso es justo lo que
lograron en Río 2016 atletas como Kenia Lechuga, Juan Carlos Cárdenas, Alberto
Álvarez, José Carlos Herrera, Diego del Real, Yvonne Treviño y hasta los
medallistas olímpicos, Guadalupe González e Ismael Hernández.
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Pero lo peor es que
para Tokio 2020 tendrán que hacer nuevos caminos para llegar a la justa
asiática. La situación deportiva del país ha obligado a estos jóvenes a
convertirse en pioneros por su propia cuenta; no solamente deberán entrenar,
sino que deberán buscar apoyos y viajar a competir en el extranjero con muchos
esfuerzos de su familia. Al terminar, la semifinal de los 200 metros planos,
José Carlos Herrera dejó claro que entrenando en México hasta ahí se podía
llegar, que en el país no tenía el suficiente roce para poder crecer y que para
los próximos Juegos Olímpicos requería de más fogueo en el extranjero.
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Algunos aficionados se
atreven a opinar sin conocer todas las aristas del problema. Ellos, desde su
cómodo sillón, no pueden entender como un atleta se prepara durante cuatro años
“sólo” para alcanzar una semifinal o una Final B. No conocen al deporte del que
hablan, no conocen si es una disciplina dominada por los europeos, no conocen
las condicionantes que han tenido los atletas para llegar a la justa y lo que
es peor no están dispuestos a aprender de ese deporte y de ese deportista al
que están señalando.
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Nuestro país nunca ha tenido
tradición en el remo, como tampoco la ha tenido en las pruebas de campo del
atletismo o en el pentatlón moderno (fue tan inesperada la medalla de Ismael
Hernández que los directivos estaban ausentes en Deodoro); es cierto que
nuestro país tiene una rica historia en la marcha, pero no en la rama femenil
como ahora sucedió y en el boxeo se rescató un bronce en una categoría (75
kilogramos) que sólo en México 68 había otorgado un tercer lugar.
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Por eso que Kenia Lechuga
y Juan Carlos Cárdenas se metan a la final “B” de remo, es una buena noticia; de
hecho, en ese desconocimiento general, se deja pasar que en Río 2016 Lechuga
Alanís derrotó a la campeona mundial australiana, Kim Brennan quien llevaba dos
años sin perder una competencia, y que de hecho, se recuperó para ganar el oro olímpico.
Ese dato es destacado por la propia Federación Mundial de Remo en su sitio de
internet, pero en México tenemos los ojos cerrados y para nosotros alcanzar
semifinales y luego ir a la Final “B” se nos hace poca cosa.
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Hoy mismo, la propia
Lechuca ganó medalla de bronce en la final “A” del Mundial sub 23 que se celebra en Rotterdam,
Holanda luego de haberse impuesto en la semifinal. Ahí mismo, Alexis López García consiguió otro bronce para el país. Estamos hablando de atletas jóvenes que acudieron por
primera vez a los Juegos tal y como sucedió con Ismael Hernández, Yvonne Treviño, Diego del
Real, Alberto Álvarez y Guadalupe González.
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Muchos de ellos llegaron
con apoyo de su familia, algunos otros también con el apoyo de su Universidad,
los menos, con el apoyo de la Secretaría de la Defensa Nacional como Hernández
y González, pero todos ellos llegaron a Río con el desconocimiento general y
ahí en un escenario olímpico compitiendo contra los mejores del mundo, hicieron
su presentación ante la “exigente” sociedad mexicana.
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Ellos lograron mucho en
Río, pero ahora deberán sostenerse. Ya en Londres 2012 algunos habían llamado
la atención como Daniel Corral en la gimnasia o Luis Rivera en el salto de
longitud, pero habría que analizar qué sucedió para que lejos de mejorar sus resultados
se produjera un estancamiento.
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Los atletas jóvenes que
se dieron a conocer con buenos resultados si tomamos en cuenta el desarrollo
histórico de nuestro país en cada una de esas pruebas, ahora deberán buscar la
forma de crecer, de acudir a citas en el extranjero, de foguearse
constantemente, pero para ello deberán hacerse de más apoyos. No hay que
olvidar que el primer tenismesista mexicano en acudir a unos Juegos en la rama
varonil, el poblano Marcos Madrid, tuvo que emigrar a Francia para poder
participar en distintas competencias y sumar los puntos necesarios para llegar
a Río 2016, pero la estadía de Marcos en Europa es solventada por sus
familiares y algunos recursos como pequeños patrocinios; es decir, los
organismos mexicanos no han ayudado a su formación.
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Del Real, Treviño,
Álvarez, Lechuga, Cárdenas, López tendrán que volver a hacer caminos, no sólo en lo
deportivo (ese entrenar cuatro años para…), sino que deberán hacer caminos para
conseguir recursos y acceder al fogueo que muchas veces marca la diferencia
entre una semifinal y una final. Ellos ya demostraron talento y sus
condiciones, lo ideal sería que el sistema deportivo mexicano los ayudara a
seguir desarrollando ese talento, a ir puliendo las fallas, a mejorar cada día,
a no preocuparse porque le quitaron el apoyo o por las grillas en su
Federación, a no escoger entre Comité Olímpico Mexicano o la Comisión Nacional
del Deporte.
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